Escucha a Dios

La Biblia es la palabra de Dios y en ella está su voluntad para nosotros.

Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16,17)

Por eso necesitamos leer su Palabra cada día.

Intenta responder estas 2 preguntas en cada capítulo que leas:
¿Qué me enseña acerca de Dios el Padre, Jesucristo o el Espíritu Santo?
¿Hay cosas que tengo que hacer, o pecados que tengo que abandonar?

Esto te ayudará a poner en práctica la Palabra de Dios en tu día a día. Trata de utilizar una Biblia de lenguaje sencillo como La Biblia al Día, La Nueva Versión Internacional, o Dios Habla Hoy.

Habla con Dios

La oración es un aspecto vital para un caminar cercano con Dios. Imagínate ¡podemos hablar con Dios! en cualquier momento, en cualquier lugar, no importa como te sientas.

Dios nos dice que nunca nos dejará ni abandonará. (Hebreo 13:5)

Orar es simplemente hablar con Dios. El Salmo 62:8 nos dice: derrama tu corazón delante de Él.

En nuestra oración primeramente reconozcamos nuestras faltas delante de Él pidiendo su perdón y Confesemos, Adoremos, Pidamos  y demos Acción de Gracias.

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. (Filipenses 4:6-7)

Habla con otros que conocen a Dios

Esto se llama comunión, pasar tiempo con otros creyentes que aman a Jesús y crecer juntos en amor, animándose, aprendiendo más de la Palabra de Dios. Puede ser en la iglesia o en un grupo de estudio bíblico, busca una persona creyente con la que puedas compartir tus dudas y necesidades.

Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.(Mateo 18:20)

Háblales a otros acerca Dios

Esto se llama testificar, comparte lo que Dios está haciendo en tu vida.

Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación. Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: «En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios.» (2 Corintios 5:17-20)